Agencia de Noticias UPB - Medellín. Gabriel Ángel Cossío González, un hombre colombiano de 83 años, nació el 8 de abril de 1941 en el municipio de Liborina, Antioquia, es padre de 24 hijos, vive con su esposa y 3 nietos.
Llegó a la edad de 8 años a la ciudad de Medellín gracias a su hermano y, en 1962, con 21 años, logró encontrar un lugar donde trabajar con la venta de alimentos. Desde esa fecha se desempeña como vendedor en un puesto de trabajo propio, ubicado cerca del ingreso de la Avenida 70 de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín
Explica don Gabriel Ángel el momento en que cruzó palabras con el entonces rector emérito de la UPB, Monseñor Félix Henao Botero, gracias a una experiencia, en ese entonces, con Espacio Público de Medellín.
Un día, don Gabriel estaba en su negocio cumpliendo con su función y, como lo narra, "llegó el Espacio Público, me regaron las fruticas, entonces, de repente, apareció Monseñor Félix Henao, él, viendo que me estaban golpeando y regando las frutas, tomó la palabra y dijo: ¿ustedes qué están haciendo con ese muchacho?, a lo que contestaron ellos: aquí nadie tiene cuerpo divino, está invadiendo el espacio público. Monseñor les preguntó a ellos, “¿por qué me van a aporrear a ese muchacho?”, afirma don Gabriel sobre de su experiencia recordada en la Universidad y en la interacción en ese entonces con Monseñor Henao.
A partir de esta experiencia, se llegó a un acuerdo, en su momento, entre Monseñor Félix Henao y las autoridades del Espacio Público de Medellín; se le permitió a don Gabriel estar en el lugar luego de obtener la licencia de trabajo por parte de las autoridades y el gesto solidario por parte del Rector de la UPB.
Monseñor Henao invitó a don Gabriel a su oficina de rectoría “Vaya a la 1:30, entre y pida permiso en la portería para que hable conmigo adentro. Hablé como él me lo dijo, entré y me fui para la rectoría. Ahí me entregó el teléfono de él y me dijo: “Cuando vengan a molestarlo, les da el número mío, que me llamen y hablen conmigo”, evoca don Gabriel.
Después de eso, me fui a la Inspección del Salón Vargas de Medellín, saqué mi licencia para poder trabajar sin problemas y desde entonces tengo el permiso de trabajo desde los 21 años”, expresa Gabriel.
Don Gabriel, quien durante 60 años ha conservado su negocio de frutas cerca de las instalaciones de la UPB, ha visto crecer múltiples generaciones de la universidad. Agradece a las personas por adquirir sus productos con quienes día a día sigue construyendo una relación cercana, quienes muchos de ellos son bolivarianos, aquellos que degustan de unas frutas preparadas del hombre que siempre tendrá una historia interesante por compartir.
En medio de algunos momentos complejos de la vida de don Gabriel, menciona la fórmula para obtener clientes fijos y atenderlos con un buen servicio en su lugar de trabajo. “Si yo me pongo de grosero con las personas por el valor que le doy a las frutas, pasa que pierdo la venta, entonces no les digo nada y dejo que vuelvan a comprarme, todo esto se logra gracias a la paciencia”, expresa Gabriel.
Por: Emmanuel Madrigal Ramírez - Agencia de Noticias UPB.
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