Agencia de Noticias UPB – Medellín. El primer día del Encuentro Internacional de Paz Urbana se llevó a cabo en el EcoCampus de la UPB. El evento inaugural fue introducido por el padre Carlos Monsalve, vicerrector pastoral de la universidad, quien hizo una reflexión sobre los daños que genera la guerra y señaló que cada persona es responsable por la paz.
Tras la bienvenida del vicerrector, se desarrolló el primer bloque del evento, donde conversaron Pastora Mira, del Centro de Acercamiento para la Reconciliación y la Reparación de San Carlos; Elda Neyis Mosquera, de la Fundación Aulas de Paz y desmovilizada de las FARC, y Joan Camilo López, de la Universidad de Columbia. Mosquera y Mira hablaron sobre sus anécdotas relacionadas con el conflicto armado.
La primera en contar sus experiencias fue Pastora Mira, quien habló de lo que sintió al ver al hombre que había matado a su padre años atrás. En lugar de continuar con el rencor que había tenido antes, se llenó de compasión al verlo en una situación de necesidad rodeado por su familia.
Tuvo otra experiencia similar después de que mataran a su hijo, cuando se encontró a su asesino herido en la calle y lo ayudó a recuperarse.
Elda Mosquera habló sobre la desilusión que sintió cuando se rompieron los diálogos de paz del Caguán y el dolor que le causó enterarse de que el DAS le hacía seguimiento a su hija. Su comandante le sugirió la opción de llevar a la adolescente a la guerrilla para protegerla. En ese momento se puso en los zapatos de las madres cuyas hijas eran reclutadas por las FARC. Ambas fueron situaciones que influyeron en su decisión de desmovilizarse de manera individual.
Habló también sobre su encuentro con Dios, que le permitió empezar a perdonar, tanto al Estado como a los paramilitares que habían desplazado a su familia, matado a dos de sus hermanos y secuestrado a su hija de cinco años.
Posteriormente, en la conversación se resaltó la importancia de los relatos y la construcción de memorias colectivas, así como de las necesidades que tienen los jóvenes de recreación y educación para evitar que se vinculen a grupos armados.
Al hablar sobre las posibilidades para la construcción de paz urbana, Pastora Mira mencionó que es indispensable no excluir a nadie y resaltó el papel que tiene la academia en esta misión. Mosquera, por su parte, habló de la importancia de cumplir con los compromisos acordados en las negociaciones. Explicó que la falta de cumplimiento es el factor que explica la reincidencia.
Al terminar el diálogo, Joan Camilo López habló sobre sus estudios acerca de la construcción de paz en Colombia. Al llegar a Medellín a estudiar la violencia en la zona nororiental, notó que los habitantes estaban más interesados en hablar de la paz. Decidió fijarse, entonces, en cómo los liderazgos sociales y barriales respondían ante la violencia.
En el siguiente momento, Sebastián Palacio, de la Fundación Ideas para la Paz, y Laura Bonilla, de la Fundación Paz y Reconciliación, subieron al escenario para hablar de la violencia y la paz en entornos urbanos, especialmente en el Valle de Aburrá.
Palacio expuso algunos puntos que consideró claves. Por ejemplo, habló de que, a pesar de la reducción de los homicidios en la ciudad, sigue habiendo violencia, aunque esta ha migrado a formas menos espectaculares o llamativas, y que, si bien los actores armados en el Valle de Aburrá no necesariamente tienen objetivos políticos, sí influyen en las decisiones políticas. También expresó que hace falta comprender mejor la estructura de las organizaciones ilegales para negociar con ellas, y que hay que desarrollar estrategias para lidiar con los grupos armados que vayan más allá de la persecución judicial.
Laura Bonilla, a continuación, habló de lo que llamó “cuellos de botella” para conseguir la paz. Uno de ellos, para ella, es la diferenciación que se hace entre grupos políticos y no políticos. Explicó que esto es un problema porque separa dos tipos de violencia: uno que se considera malo y otro no tan malo, pero, además, la definición que se le dio a lo político en la política de paz total fue demasiado amplia. “Ese politicómetro hizo que algunos grupos armados dijeran «yo quiero ese paquete». Y el país político dijo «no nos vamos a meter en ese chicharrón porque la opinión pública se nos va encima»”, explicó.
Otra dificultad es la que llamó “farcodependencia”. Contó que las fuerzas armadas y de inteligencia estaban adaptadas a la lucha contra las FARC, pero no han sabido actuar contra los demás grupos armados después del acuerdo de paz. Desde entonces, con independencia de cuál sea la política del gobierno, los grupos armados han venido creciendo.
Hablando del futuro, Bonilla dijo que el proceso de construcción de paz en Medellín “necesita plata, recursos, gente y capacidad. Eso no ocurre en el aire. Necesitamos una ruta de cómo nos imaginamos esto en la paz, porque ningún país del mundo le ha ganado la guerra a una economía, y en este momento ser un grupo armado, ejercer control territorial, se ha convertido en un mercado en sí mismo”.
Bonilla no piensa que sea imposible conseguir la paz en Medellín. “Esta región, que ha sido tan creativa y tan estratégica para todo lo bueno y lo malo de este país, tiene también un gran potencial para decir «bueno, creativamente ¿qué vamos a hacer con estos grupos?» Pensemos un poquito fuera de la caja y, sobre todo, pensemos un poquito fuera de esos cuellos de botella”, concluyó.
Por: Juan Daniel Arias Mejía – Agencia de Noticias UPB.
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