Edificio que navega el Río Atrato: segundo puesto en Alacero 2020
Agencia de Noticias UPB – Medellín. La sangre de la tierra está en crisis: un diálogo con el futuro de las comunidades anfibias, proyecto presentado por los estudiantes de la Facultad de Arquitectura de la UPB Camilo Abad Pérez y Santiago Rojas Betancur, fue elegido como el ganador del segundo puesto en el Concurso Alacero para Estudiantes de Arquitectura 2020. En este se abordan las problemáticas ambientales y necesidades comunitarias alrededor del Río Atrato y se propone un edificio que se emplaza en el agua, recorre sus cauces y enseña conciencia ambiental y manejo de los recursos.
El concurso Asociación Latinoamericana del Acero se inscribió dentro del objetivo 11 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2030 de la ONU, en el que se habla de ciudades y comunidades sostenibles, para incentivar a que los estudiantes de Arquitectura de las diferentes universidades del país diseñaran una propuesta que aporte a la solución de problemáticas de la región partiendo de la investigación, el análisis del contexto y el uso del acero como elemento principal de la estructura de las edificaciones.
Camilo Abad y Santiago Rojas llegaron al concurso gracias al docente Carlos David González, quien les habló de él y, posteriormente, lo dirigió. Este equipo creó un proyecto en el que tomaron en cuenta la relación entre el río y la comunidad y diseñaron un edificio que se emplaza en el agua que funciona como regulador y articulador del ecosistema, el bienestar de los seres vivos y la promoción de los servicios socioecológicos. En él reconocen al agua como elemento esencial para la definición de políticas de desarrollo sostenible en las comunidades anfibias, por ser la mayor fuente de sustento, salud y estabilidad humana y no humana.
Para llegar a este objetivo, inicialmente, hicieron lo que Santiago describe como una radiografía completa de Colombia en la que se preguntaron qué era la sostenibilidad y cómo la cultura y la idea del desarrollo orientado a la industrialización y a las técnicas extractivas afectan a los recursos naturales y a las personas más cercanas a estos. En esta etapa se decidieron por abordar, en un primer momento, a los ríos Meta, Magdalena, Putumayo y Atrato, para luego centrarse en el último.
A partir de la búsqueda teórica y casos de estudios, Santiago y Camilo definieron que el Río Atrato, en el corredor del pacifico colombiano, era el lugar en el que ubicarían su proyecto, ya que presenta problemas de exclusión social, baja inversión, inestabilidades geológicas y pluviosidad extrema, degradación de ecosistemas y educación precaria, aspectos que repercuten en la calidad de vida de las personas y en la conservación de los recursos naturales.
Santiago afirma que quisieron visibilizar la arquitectura como un tercer maestro, un medio físico-espacial que trasciende la habitabilidad y puede permear los procesos que en él subyacen, y que uno de los retos fue cómo materializar la sostenibilidad a través del acero en un edificio que promueva pensar críticamente en las tecnologías que se utilizan para aportar al cuidado de este recurso.
El programa es una mezcla entre sistemas de gestión y regulación hídrica con la potabilización de aguas grises, la depuración de aguas grises y negras, energía eólica e hidráulica, y almacenamiento de agua para abastecimiento, con usos comunitarios como cocina, baños colectivos, hospedajes y aulas flexibles educativas contenidas en un edificio de estructura modular tipo caja, sustentada por riostras y ménsulas externas que logran rigidizarla, además de bloques con uniones ensamblables para su fácil transporte.
Estos bloques se pueden unir y separar de acuerdo con las necesidades y, el edificio que se convierte en una barcaza, se desplaza por todo el Río Atrato y se va encallando en unos puertos específicos adaptándose a cualquier bahía sin importar la erosión que normalmente hace que el espacio sea inestable y no pueda ser bien utilizado por las personas.
El edificio se concibe como una herramienta de educación al enseñar temas como qué sucede con los desechos humanos y cómo se filtra el agua, para que las comunidades sean conscientes de estos procesos y tengan más bases para valorar el recurso hídrico. Asimismo, cuando la estructura va a desplazarse a otra comunidad anfibia, unos módulos se quedan en la bahía para crear un muelle artificial que permite que se habite de una mejor manera las riberas.
Por Estefanía Pérez Botero. Agencia de Noticias UPB.
