Agencia de Noticias UPB - Medellín. Llegar a más de siete décadas y consolidarse en el medio como uno de los programas con mayor impacto en su gremio, son hechos que hablan de la calidad con la que se ha formado desde el programa de Arquitectura en Medellín de la UPB.
Creada en 1942, la Facultad de Arquitectura comenzó como la segunda en el país, antecedida por seis años con la creada en la Universidad Nacional de Colombia. Fue la primera en el departamento de Antioquia, lo que le confío el valor de pensar la Medellín de finales del siglo XX y la que se pretendía para el siguiente milenio.
Esa realidad, sumada al entorno y las personas que lo habitan, requieren de unas necesidades específicas que solo los arquitectos de este programa han respondido desde dimensiones que abarcan lo funcional, lo social y hasta lo medioambiental.
De sus aulas han salido los nuevos creativos del paisaje urbano: visionarios de grandes obras que son ícono arquitectónico antioqueño como la torre Coltejer que adorna el dosel urbano del centro de Medellín, o algunas torres con sus particulares estilos en la Milla de Oro, hasta el Centro Administrativo La Alpujarra con sus imponentes edificaciones.
La Medellín de principios del siglo XX parecía eviterna en su ruralidad, sin embargo, la explosión demográfica que supuso la puesta en marcha de una urbe industrial, procuró el pensarse de una manera integral. Como lo expresa el director de la Facultad, se propició un pensamiento de la arquitectura para solucionar las necesidades de la ciudad en crecimiento. En gran parte tuvieron que ver los primeros decanos del programa.
Ignacio Vieira fue el primer decano de Arquitectura. Tuvo las riendas de su programa cuando pasó de dictarse en las aulas del centro de la capital antioqueña a las del bloque 7 en el actual campus Laureles. Cinco años duró su decanatura en la que ayudó en definir el plan maestro para la construcción de otros bloques que comenzarían a configurar la ciudadela universitaria.
Al pasar a su segundo decano, Antonio Mesa Jaramillo, la Facultad se consolidó en el pensamiento de la arquitectura moderna de Le Corbusier: “Antonio Mesa proyectó con metodologías de Bauhaus, de la Escuelas de Chicago y propicia un pensamiento para solucionar problemas del hombre con actitud creativa y reflexiva con compromiso al contexto”, expresa Samuel.
Luego de construirse el bloque 11, el número 10 fue posible por una tesis de grado de una de las primeras promociones. Inaugurado en 1950, los primeros pisos que conformaron el bloque se pensaron desde una perspectiva de educación abierta. Como lo indica el director, “no había salones, debido a que los arquitectos se han formado a través de la metodología del taller, un espacio donde aprenden haciendo, de convivencia entre estudiantes aprendices y con más experticia, y docentes que transmiten sus pensamientos y técnicas”.
Hasta los años 70 el edificio permaneció como un gran piso abierto. Llegada esta década fue transformándose y dividiéndose en salones. Posteriormente se construyeron nuevas obras como el costado donde se encuentra el Auditorio Juan Pablo II, producto de un trabajo que obtuvo mención en la bienal de Sao Paulo, que entra en funcionamiento en el año de 1998. En el 2017 la ampliación del 10B trajo consigo más aulas y espacios para los estudiantes y su proceso de formación.
Le Corbusier y su nueva ola de arquitectura moderna supuso un cambio en la forma de construir una ciudad. Preocupados por los nuevos desafíos y los vertiginosos cambios del contexto, quienes hacen parte de la Facultad de Arquitectura han sido conscientes de esta realidad asumiendo un rol de formación orientada a la calidad. Prueba de esto es la Acreditación Internacional a 2020 otorgada por el Real Instituto de Arquitectos Británicos, quienes han sido testigos desde mediados de los 90 de la transformación del pregrado.
La alta calidad también se piensa en estándares nacionales, pues el programa también cuenta con la certificación de la Comisión Nacional de Acreditación a seis años a partir del 2017.
Con un enfoque desde la investigación, Arquitectura de UPB invita a sus estudiantes a creer en soluciones para la amplia demanda de densificación urbana de las ciudades del mundo. El trabajo sobre algunas comunas de Medellín le mereció la atención a gobernantes como Sergio Fajardo, quien le apostó al urbanismo social con el aporte de UPB desde la morfología de la ciudad.
“La Facultad es referente nacional e internacional en formación de arquitectura porque siempre nos estamos revisando para darle respuesta a demandas de contexto y de la sociedad”, ahonda Samuel a propósito de un tema de gran atención en la Facultad desde hace 15 años: la sostenibilidad.
Con 75 años, con más de 3.600 egresados, y 1.300 estudiantes matriculados en el segundo semestre de 2017, hacen que haya muchos motivos para celebrar y seguir visionando el futuro de la ciudad para las próximas décadas.
Por Jorge Andrés Jaramillo - Agencia de Noticias UPB
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