Agencia de Noticias UPB - Medellín. A punto de graduarse de la carrera de Administración de Empresas, Sophia Taborda Avendaño, de tan solo 18 años, fue reconocida con una de las becas de honor otorgadas por la Universidad Pontificia Bolivariana para exaltar el buen desempeño académico de sus estudiantes. Además de este reconocimiento, Sophia ha logrado destacarse como un ejemplo de amor y entrega por su carrera, sorteando las dificultades que se le han presentado y soñando con a futuro poder ayudar a su familia.
El 2 de octubre de 2004 nació, en la Clínica de la Universidad Pontificia Bolivariana, Sophia Taborda, la primera hija y el orgullo de Catalina Avendaño. 18 años después, y como si fuera un capricho del destino, Catalina volvió a encontrarse con la UPB, en esta ocasión, para ver a su hija siendo reconocida con una beca de honor por obtener el mejor promedio de su facultad.
Desde su niñez, en Sophia se reflejó una chispa peculiar, pues la pequeña niña, inquieta por un deseo incipiente por el aprendizaje, a sus cinco años ya dominaba a la perfección la escritura, la lectura y las matemáticas básicas.
Entre los juegos acordes a su edad y la exploración del mundo que la rodeaba, Sophia quiso absorber todos los conocimientos que se le presentaban. Para Sophia jugar y estudiar eran equivalentes, y así se divertía, lo que marcó el precedente de lo que serían los siguientes años en el colegio: logró ser promovida en dos ocasiones a un grado superior, recibió un total de 10 menciones de honor y obtuvo el mejor puntaje en las pruebas ICFES de su colegio, lo que le permitió recibir una beca del 100 % para sus estudios universitarios.
Gracias a esta beca, y teniendo en cuenta que ya había realizado una media técnica de Auxiliar Administrativo, Sophia decidió estudiar Administración de Empresas en la Universidad Pontificia Bolivariana y, en el 2020, justo antes de la pandemia, Sophia ingresó a su primer semestre en la universidad. “Cuando empecé el primer semestre acababa de cumplir los 15 años. En una clase me presenté y dije mi edad. El profesor no lo podía creer”, cuenta con gracia la joven.
Después de asistir presencial un mes a la universidad, llegó la virtualidad obligatoria por la emergencia sanitaria. Para Sophia, sin la posibilidad de asistir a las clases presenciales y sin la posibilidad económica de contar con un equipo de cómputo con conexión a internet, el sueño de estudiar empezó a desdibujarse, pero la vida le tenía preparado otro camino. A su prima le contaron que en su empresa buscaban apadrinar a un estudiante con potencial, y ella, sin dudarlo, supo de inmediato que esa estudiante debía ser Sophia. Tras conocerla, en la empresa no dudaron de su desempeño y de su calidad humana, por lo que decidieron apoyar sus estudios facilitándole los equipos necesarios para continuar su educación.
Al continuar con sus estudios empezó a destacarse en lo académico, pero las limitaciones económicas persistían, y tras su madre quedar desempleada, Sophia empezó a trabajar en lo que le resultara para poder costear sus pasajes y apoyar a su familia, entre las que se encuentran sus tres hermanas menores: “Como sé que mi mamá no tiene una posibilidad laboral y económica en este momento, y como lo primordial son mis hermanas, hago lo posible para poder seguir estudiando. Si alguien necesita un favor, un mandado, una vuelta yo se lo hago y con lo que me den pago mis pasajes. Creo que por eso soy tan responsable con mi estudio, porque sé que la situación es muy difícil”, agrega la estudiante.
Al describirse, Sophia habla sobre su amor por el estudio, la lectura, los animales y la música de grupos coreanos como BTS. Su madre la describe con orgullo:
Y aunque las condiciones de su vida nunca han sido fáciles, la joven sueña con cambiar su realidad por medio de su esfuerzo: “Ha sido muy difícil, hemos tenido muchas necesidades. Quiero dejar de depender de la ayuda de los demás, valerme por mí misma y ayudar a mi madre y a mis hermanas”, agrega Sophia.
Ahora, a sus 18 años, Sophia también hace parte de la Fundación Universidad Pontificia Bolivariana, quien la apoya con alimentación, e iniciará su último semestre académico tras haber conseguido prácticas de excelencia en la Alcaldía de Medellín. A futuro espera trabajar para apoyar a su familia y para cumplir su sueño de tener una fundación para animales abandonados.
Yessica Pérez Gómez - Agencia de Noticias UPB
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