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Desde agosto del año 2010, con la conformación, por parte del Secretario General de la ONU, Ban-Ki Moon, del Panel de Alto Nivel para la Sostenibilidad Global, la Agenda Global de Desarrollo empezó finalmente a materializar un giro radical que, cinco años más tarde, darían lugar a dos hechos de gran trascendencia:
1. La adopción, el 25 de septiembre de 2015, de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que reemplazaron los llamados Objetivos del Milenio, y que marcarán la agenda mundial de desarrollo entre los años 2016 y 2030.
2. La firma, el 22 de abril de 2016, del Acuerdo de París, para enfrentar globalmente, por sus 193 países signatarios, las causas y fenómenos derivados del Cambio Climático.
Éste último constituye el primer acuerdo vinculante al respecto, y ambas agendas, no solo son complementarias, sino que ya se encuentran en plena vigencia y en proceso de implementación.
Son éstos, sin lugar a dudas, los primeros pasos en el gran salto que la sociedad global tendrá que dar, en los próximos años, de una visión y un modelo de desarrollo de corte economicista, hacia una visión y un modelo de desarrollo sostenible. Es ésta, quizás, la mayor urgencia que los estados y las organizaciones, la gerencia pública y la gerencia privada, confrontarán a partir del presente. Y ello supone prepararse para una ruptura de implicaciones insospechadas en términos de conocimiento e innovación, de estilos de vida, de enfoque axiológico de las decisiones, etc.
Es necesario, entonces, empezar por tomar conciencia de que no estamos viviendo una época de cambios. Estamos viviendo un cambio de época. No se trata de un juego de palabras, ni es la primera vez que esto ocurre. Para no remontarnos excesivamente en la historia, ya ocurrió con la primera revolución industrial, hacia 1712. Se repitió con la segunda revolución industrial, hacia 1900. Y se repite ahora con la tercera (algunos ya hablan de la cuarta) revolución “industrial”, iniciada en 1993. El documento usa comillas, por cuanto no comparte plenamente que estemos en presencia de una revolución industrial más, o una fase de ésta, sino que piensa que esta vez enfrentamos realidades totalmente diferentes.
Las principales fuerzas, que están direccionando la actual ruptura, son:
* El recambio de la plataforma energética que soporta toda la actividad productiva y social sobre el planeta: de energías fósiles, a energías alternativas y renovables.
* La ampliación de la plataforma de información y comunicaciones a nivel global: la Internet, las redes sociales, la Internet de las Cosas, el Big Data…
* Los desarrollos de las biociencias (bioingeniería y biotecnología): la modificación y diseño genéticos, las células madres, los biomateriales…
Estas fuerzas, sin lugar a dudas, están y estarán reconfigurando el mundo, de manera radical, para encontrar respuestas y salidas a un modelo de desarrollo y a un contrato social, heredados ambos de la era industrial, que ya presentan síntomas claros de agotamiento y de crisis sistémica generalizada.
Entre los principales síntomas de agotamiento y de crisis sistémica de los modelos de desarrollo y de los contratos sociales, heredados de la era industrial, podemos mencionar:
* El agotamiento de recursos claves para el desarrollo y, aún, para la supervivencia de los pueblos y las especies: agua, bosques, petróleo, pesca, especies, polinizadores…
Todos ellos tienen seriamente comprometido su futuro.
* Las presiones sociales crecientes, expresadas en términos de conflictos sociales y terrorismo. Entre 1970 y 2013, se registraron en el mundo 125.087 hechos terroristas en el mundo, según la Global Terrorism Database. Y su frecuencia e intensidad tienen una tendencia creciente. A lo cual hay que agregar la ya larga lista de movimientos de indignación social: el 15-M, los Occupy Wall Street, la Primavera Árabe, las marchas anticorrupción en Brasil e India principalmente, el movimiento estudiantil chileno… y, en el plano nacional, el movimiento Dignidad Cafetera, los repetitivos paros agrario y de transportistas, las movilizaciones indígenas en diferentes regiones y etnias…
* La falta de confianza pública, ante la incapacidad de los gobiernos y las instituciones, públicas y privadas, para responder a las nuevas demandas de una población de 7.200 millones de personas que, además, se ha urbanizado y elevado su nivel educativo aceleradamente, ganando además una enorme capacidad de movilización. Basta decir que la confianza en las empresas, en el área latinoamericana, según el Latinobarómetro de 2015, escasamente alcanzaba el 42%. Y, en el plano nacional, sólo la Iglesia Católica (60%) y las Fuerzas Militares (58%) superaban el 50% de confianza pública de los ciudadanos (Ipsos Public Affair 2014).
* La descomposición del poder, a nivel global. Como bien lo dice Moisés Naím, estamos en la era en la que los dictadores caen, los monarcas abdican, los papas renuncian… y el balance geopolítico mundial se reconfigura con una enorme rapidez.
* Y, finalmente, sólo para no alargar la lista, la agobiante realidad del cambio climático. Según datos de la NASA, la NOAA y la OMM, 2014 fue el año más caluroso en la historia de los registros meteorológicos, que iniciaron en 1880 a nivel global. Luego sería superado sucesivamente por 2015 y, luego, por el primer semestre de 2016.
Todo ello no son más que síntomas de un mundo, unos modelos desarrollo y unos contratos sociales en crisis. Y la conclusión es simple: se requieren nuevas respuestas, para reconfigurar un mundo nuevo, que ya empieza a surgir enfrente nuestro. Ello, ya de por sí, plantea un gigantesco reto a todos los actores sociales relevantes (empresas, estados, organizaciones sociales y, por sobre todo, a la academia). De allí la importancia de la Innovación y la Investigación, como ejes centrales de la actividad de estos actores sociales relevantes. La otra cara, menos amable, es un llamado a la humildad de estos actores: buena parte, quizás la enorme mayoría, del conocimiento acumulado en la era industrial, resulta ahora irrelevante. Vale decir, en el terreno gerencial, que todo el saber gerencial acumulado debe ser repensado radicalmente y con extrema urgencia.
Promover y ayudar a las organizaciones, tanto públicas como privadas, y a sus equipos gerenciales y técnicos, a desarrollar una nueva visión gerencial, fundamentada en sólidos principios y valores éticos y en los principios del desarrollo sostenible.
Ayudar a responder a los que se consideran los desafíos gerenciales del siglo XXI, que no son otros que aquellos asociados a la emergencia del paradigma de la sostenibilidad. Son estos desafíos, entre otros:
Martes y jueves de 5:00 a 9:00 p.m.
134 horas (92 telepresenciales, 22 de trabajo autónomo y 20 casos de éxito)
Público general | $3.400.000 |
Aplica descuento por pronto pago* | $3.230.000 |
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