La cotidianidad está rodeada de tecnologías, desde los medios de transporte y las infraestructuras donde vivimos hasta los medicamentos que tomamos. Pero, aun siendo la ciencia tan cercana a las personas, ¿qué tanto nos ocupamos por conocer quiénes están detrás de esa labor y sus desarrollos?
La pandemia del COVID-19 ha mostrado, una vez más, la importancia que tiene interesarnos por la ciencia y quienes la hacen posible. Además, los riesgos que trae ignorarla deliberadamente. Un buen ejemplo de ello es el rechazo hacia las vacunas y la negativa a aplicárselas porque provienen de ciertas farmacéuticas.
El Ministerio de Salud y Protección Social de Colombia reveló que, para junio de 2021, la tasa de mortalidad para las personas menores de 60 años inoculadas con el esquema completo de Sinovac, por ejemplo, era de 0,0%. La misma tasa en los mayores de 80 años era de 0,0826%, mientras que del laboratorio Pfizer era de 0,088%.
Esto muestra que el interés repentino de las personas por las marcas de las vacunas, lejos de evidenciar un ejercicio consciente de querer saber más sobre un tema de salud pública y sus responsables, a menudo, refleja lo contrario: el riesgo de tomar decisiones desde el desconocimiento y la desinformación.
En el siglo XIV, el rey Enrique II de Castilla estableció un decreto donde consignaba la necesidad de tener ‘veedores de ciencia y conciencia’ encargados, puntualmente, de revisar cómo eran los procesos educativos en el reino. Si bien en este caso no se trata, propiamente, de la educación, el término sí que puede aplicar. La veeduría es un ejercicio ciudadano que busca vigilar y velar por lo público. Cuando se trata de procesos relacionados con la política es más común esa necesidad, pero, ¿por qué no hacemos lo mismo con los procesos científicos?
Precisamente, ese reconocimiento es un ejercicio que nos compete a todos. La relevancia se ve, por ejemplo, en lo que concierne a los recursos. El presupuesto asignado al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de Colombia para el 2021 fue de $410.851 millones de pesos, distribuidos en conceptos como:
También hay recursos provenientes de otras instancias: los entes territoriales, el Sistema General de Regalías, iniciativas de alianzas entre universidad y empresa, fondos extranjeros, entre otros. Por lo general, la producción científica se concentra en instituciones de educación superior (IES) y, aunque algunas son privadas, la mayor parte de los recursos para financiar la investigación del país son públicos, lo cual hace que la apatía o desinterés por estos asuntos sea aún más preocupante.
Así, pondera aspectos como niveles de estudio, publicaciones, patentes, participación en eventos científicos, entre otros, de cara a conocer la idoneidad de los actores de la investigación, además de calificarlos para un eventual acceso a recursos.
Además de la importancia de acercarnos a los procesos de Investigación, a la información verídica y, en ese sentido, hacer veeduría a la ciencia, amerita, de igual manera, conocer a quienes están detrás de todos estos procesos. Esos investigadores que trabajan por la generación de nuevo conocimiento, tecnologías y soluciones tienen historias que pocas veces conocemos.
Por ejemplo, quizás, en algún momento, hemos escuchado nombrar a Albert Einstein, puede que se nos venga a la mente alguna foto de su cabello despelucado y con la lengua afuera, o pensemos en la teoría de la relatividad y su famosa ecuación. Y aun siendo Einstein uno de los científicos más reconocidos de la historia, tal vez restan muchas cosas por conocer de él; por ejemplo, que reprobó el examen de admisión en la Escuela Politécnica de Zúrich, donde años más tarde se graduaría de Matemáticas y Física, o que tocaba violín.
Tomado de Giphy
Puede que tampoco sepamos que Thomas Alva Edison, científico estadounidense relacionado con la invención del bombillo, tuvo más de 1000 patentes en su vida, entre las que estaba el fonógrafo (un dispositivo para grabar la voz), aunque él perdió la audición.
Por eso, y con el fin de fomentar el interés por conocer y acercarnos a los investigadores, desde el equipo de Divulgación Científica y Comunicaciones de la UPB les invitamos a disfrutar la serie de perfiles periodísticos: Seres de Ciencia, que explora el quehacer y áreas de trabajo, así como otros aspectos de la vida de los investigadores de la Universidad.
Algunos perfiles fueron escritos por estudiantes del curso Periodismo III de la Facultad de Comunicación Social- Periodismo de la Universidad, dirigido por la profesora Beatriz Marín Ochoa, investigadora y líder del Grupo de Investigación en Comunicación Urbana – GICU.
Así, Seres de Ciencia busca que “la academia fortalezca una dinámica más inclusiva para que las personas entiendan quiénes son los investigadores y muestre que lo que hacen puede impactar su calidad de vida desde muchas esferas”, como lo expresa Yudy Andrea Rodríguez Ochoa.
¿Cuándo podrán leer los perfiles de los Seres de Ciencia de la UPB? Deben estar pendientes de las publicaciones de este blog. Cuando menos lo esperen, conocerán a nuestro primer protagonista: Nelson Escobar Mora.
Foto portada: Equipo de Divulgación Científica y Comunicaciones UPB
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