En las primeras páginas de la gran obra literaria de Marcel Proust, En busca del tiempo perdido, el señor Swann sostiene un diálogo con el abuelo del narrador:
“Anduvieron un poco por el jardín, donde había algo de sol, y, de pronto, el señor Swann, agarrando a mi abuelo por el brazo, exclamó: “¡Ah, amigo mío, qué gusto da pasearse juntos con este tiempo tan hermoso! ¿Qué, no es bonito todo esto, los árboles, los espinos, el estanque? (…) Y de este airecito que corre, ¿qué me dice? Nada, nada, amigo mío, digan lo que quieran, hay muchas cosas buenas en la vida”.
La escena es perfecta para dar inicio a una reflexión necesaria sobre el paisaje y nuestra relación con él. Intenten recrear la imagen e identifiquen en ella todos los sentimientos que puede suscitar la mirada del señor Swann ante los elementos naturales que observa junto a su compañero. La fascinación que se percibe allí no es momentánea, tiene que ver con la manera cotidiana en que ambos interactúan con el entorno, en la que se mezclan sus condiciones culturales, sociales e históricas.
Entender el concepto de paisaje y sus características es fundamental para comprender su importancia en los procesos de ordenamiento y planificación territorial , así como en dinámicas políticas que buscan el buen vivir de las sociedades. Al ser un asunto que supera la dimensión física de un lugar y guarda un estrecho vínculo con el ser humano, resulta imprescindible su estudio, análisis y valoración.
Aunque las definiciones sobre el paisaje son complejas, debido al número de variables a considerar en su construcción conceptual, autores como Eduardo Martínez de Pisón y Ana María Moya Pellitero coinciden en lo más básico y esencial: no es un objeto territorial aislado del sujeto. Entonces, en sí, ¿de qué estamos hablando? La profesora Moya en su libro La percepción del paisaje urbano (p, 101), resalta que:
Una manera simple de entenderlo es si lo asociamos al proceso artístico y subjetivo de una fotografía. Retratar los elementos naturales o urbanos de los lugares que más nos gustan, implica la selección deliberada de fragmentos de aquello que se observa, reconocer su valor y encontrar, a partir de la percepción, la mejor manera de capturarlo. En este caso, si muchas personas fotografían el mismo lugar, ninguna imagen será igual a otra.
Ahí está, entonces, la concepción del paisaje que involucra, necesariamente, una configuración cultural que lo dota de identidad. Ya lo escribía el profesor Eduardo Martínez en el texto Miradas sobre el paisaje (p,36), al describirlo como un ente geográfico vivo, activo y cambiante, pues, más que un escenario, hace parte del drama.
Estas ideas nos indican la necesidad de considerar la percepción del paisaje como una categoría fundamental a la hora de formular políticas, propuestas y proyectos en los que el objetivo principal sea la armonía entre los territorios -provistos de componentes urbanos y ecológicos-, y quienes los habitan. En ese sentido, también se requieren diagnósticos, investigaciones y, en especial, la participación constante de diversos actores para comprenderlo y tomar las decisiones más adecuadas.
En el contexto de Medellín, por ejemplo, el docente investigador del grupo Arquitectura, Urbanismo y Paisaje de la Facultad de Arquitectura de la UPB, César Augusto Salazar Hernández , líder de la investigación Perspectiva paisajística de la estructura ecológica urbana de Medellín, indica que la mayoría de los problemas ambientales que se tienen están relacionados con el hecho de que no es suficiente la conciliación entre el desarrollo urbano y lo que, técnicamente, se denomina estructura ecológica, que no es más que los elementos naturales que nos proporcionan los servicios ecosistémicos esenciales para la vida.
Esta relación de equilibrio entre las estructuras y ante las interacciones sociales se traducen en la belleza del paisaje o, si continuamos la línea literaria, en su poesía. Por eso, la investigación de la UPB, que se realizó junto al Grupo HTM, buscó involucrar todas las miradas posibles para interpretar este territorio que, al igual que cualquier otro, convive de manera paralela con la emocionalidad humana y, por tanto, exige más que hallazgos técnicos y rechaza las manifestaciones de indiferencia.
Estoy segura de que, desde este momento, sus perfiles de Instagram tendrán menos rostros y más fotografías de los lugares que recorren día a día. Ahora que tenemos una idea más clara de lo que es el paisaje y la importancia de aprender a relacionarnos con él, los invito a que sean tan contemplativos como el señor Swann y encuentren perspectivas únicas.
* Autor de la foto de portada: María Juliana Silva.
Nota aclaratoria
Este texto compromete la opinión de la autora que lo realiza; este no refleja necesariamente la posición del Programa de Divulgación Científica o de la Universidad Pontificia Bolivariana.
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