Comencemos por aclarar que al hablar de movimientos de la tierra no estoy haciendo alusión a los que nos enseñaron en el colegio, donde nuestro planeta giraba sobre su propio eje y alrededor del sol.
Me refiero a los movimientos en masa, que en el libro Geotecnia para el trópico andino de la Universidad Nacional de Colombia se definen como el “desplazamiento del terreno que constituye una ladera o un talud, hacia el exterior del mismo y en sentido descendente”, y que comúnmente conocemos como deslizamientos o derrumbes.
Sin embargo, estos últimos hacen referencia solo a un tipo de movimientos en masa, entre los cuales también pueden presentarse flujo de escombros, flujo de lodos o avalanchas, entre otros.
Suele pensarse que estos desplazamientos de terreno son ocasionados por la sumatoria gravedad + lluvias, sobre todo, en una zona tropical como en la que se encuentra nuestro país (Colombia). Esto es parcialmente cierto, ya que, si bien estos son dos de las causantes, existen muchos factores naturales o antrópicos que pueden incidir.
Tomado de Giphy
Esta es quizá la causa más conocida con la que normalmente relacionamos estos fenómenos. Se debe, principalmente, a la zona ecuatorial a la cual pertenecemos y que pasa por periodos de sol muy fuerte y lluvias muy abundantes.
Con las altas temperaturas pueden presentarse deformaciones mecánicas en los sistemas rocosos por procesos de dilato-contracción, lo que quiere decir que el sol calienta las rocas generando su dilatación, a lo cual se suma la contracción causada por las lluvias. Lo anterior, conlleva a que se fracturen, comiencen a meteorizarse, desgranarse y, finalmente, caigan por efectos de la gravedad.
En cuanto a la lluvia, también puede causar daño por sí sola, ya que al caer sobre las rocas y golpearlas, las lleva a un proceso de degradación fisicoquímico hasta que colapsan.
Las zonas que presentan altas montañas suelen tener pendientes demasiado fuertes, las cuales, por lo general, pueden presentar elevados flujos de agua, denominados escorrentía, lo que provoca que cuando éstos hacen su recorrido natural, bajen por los macizos rocosos arrastrando con todo el material que encuentren a su paso. A su vez, se genera un proceso erosivo importante donde, literalmente, el agua está arrancando todo lo que se encuentre sobre las paredes de la roca y lo lleva por el cauce que se forme.
Con esta causa, que la RAE define como la parte de la geología que estudia las rocas, evidenciamos que existen muchas particularidades que coadyuvan a los movimientos en masa, y más importante aún, que las rocas no son todas iguales, por lo cual pueden presentarse varios casos:
Las rocas blandas, que son un tipo de rocas sedimentarias, son menos fuertes ante los procesos erosivos. Esto hace que, ante cualquier golpe, movimiento tectónico o incluso el contacto con una corriente hídrica, se puedan fracturar, plegar y meteorizar más rápidamente, lo que las convierte en materiales altamente sensibles frente a los procesos climatológicos o tectónicos.
También existen las rocas ígneas, las cuales están conformadas por rocas plutónicas y volcánicas. Las primeras son más resistentes a condiciones ambientales, ya que tienen un gran porcentaje de minerales compuestos de óxidos de sílice como los cuarzos, o los aluminosilicatos como las plagioclasas, usadas como piedras preciosas u ornamentales.
Mientras que las segundas, como su nombre lo indica, se forman a partir de procesos volcánicos y son muy estables, pero, a temperaturas y presiones muy altas, ya que provienen del magma generado en el fondo de la corteza terrestre.
En consecuencia, cuando salen a la superficie, por tectónica o por vulcanismo, inician un proceso de meteorización acelerado y terminan por descomponerse o degradarse fisica, química y mecánicamente. En otras palabras, cuando estas rocas salen de los volcanes a la superficie, son tan infelices con las condiciones del exterior que terminan por autodestruirse, degradándose rápidamente.
Y por último, pero no por eso menores, están los procesos sísmicos que, aunque no ocurren frecuentemente, una vez suceden sí pueden causar grandes estragos.
Cuando se mueven las placas tectónicas, se mueve también la corteza terrestre (que es la capa de la Tierra donde se sostiene toda la esfera biológica donde vivimos), lo que provoca que las rocas se fracturen, representando un proceso erosivo muy agresivo y que puede suceder en segundos.
Piense que sostiene un bloque de arcilla en sus manos y comienza a moverlo jugando un poco con él. En un corto tiempo ya no tendrá un bloque, sino varios pedazos sueltos, fracturados o plegados. Es similar a lo que sucede por causa de la tectónica.
Zonas donde se ubica el Nevado del Ruiz o el Volcán Galeras, son las que en nuestro país se encuentran más propensas a estos movimientos, sin embargo, por pertenecer al Cinturón de Fuego del Pacífico, todo nuestro país está expuesto a este fenómeno.
Para el docente investigador de la Facultad de Ingeniería Mecánica, Jaime Alexis García Guzmán, ingeniero geólogo y doctor en Ingeniería (además de la fuente principal para aclarar los puntos que les cuento en este texto): Todas estas causas se dan por la dinámica normal que tiene la Tierra, donde geológicamente se destruye y a la vez se construye o regenera.
En este grupo se combina, así como el término antrópico lo refiere, “todo aquello producido o modificado por la actividad humana” (RAE). A continuación, enlisto las actividades que se constituyen como causas provocadas por el hombre:
Esta acción modifica a su vez los flujos naturales de las aguas subterráneas, y, finalmente, desestabiliza las laderas hasta su desplome.
Asímismo, redireccionar las quebradas o ríos de su cauce natural afecta su movimiento normal, y como bien dicen por ahí: “la naturaleza tiene memoria”, entonces, el agua mueve la tierra hasta encontrar su cauce original, llevándose a su paso todo lo que encuentre o generando que los terrenos sobre ellas se debiliten y puedan caer también.
Este es quizá una de las principales causas de inundaciones, avalanchas y flujos de escombros.
Por lo tanto, en los movimientos en masa participan muchos factores como el tipo de materiales que se encuentran combinados en los diferentes terrenos, además de las causas que ya repasamos. La estabilidad es la que se ve comprometida y que finalmente produce el movimiento.
Para entenderlo mejor, puede hacer el ejercicio de imaginar que está parado frente a una hermosa planta, pero que está apoyado sobre un solo pie, y luego alguien que es el doble de su tamaño lo sorprende por detrás y lo empuja… ¿qué sucede? Usted perderá su estabilidad y terminará cayendo y destruyendo la hermosa planta.
Aunque lo primero que hay que dejar claro es que el movimiento de la tierra no se puede predecir con día y hora exacta, sí podemos tener un mayor y oportuno control de todos esos factores antrópicos que enumeré anteriormente. Por ejemplo:
En cuanto a las causas naturales (la litología, la tectónica, y la topografía), son factores a los que debemos acostumbrarnos, pero si hablamos del clima, hay que decir que tenemos la posibilidad de generar mejores condiciones ambientales y no contribuir con el calentamiento global: reciclar, manejar energías limpias, usar combustibles que puedan ser renovables, emitir gases menos nocivos para el ambiente, es decir, todas aquellas actividades que impidan el crecimiento del agujero en la capa de ozono, lo que evitaría los largos periodos de calor y lluvias.
Asimismo, existe la posibilidad, de conocer los terrenos y confiar en la tecnología y la ciencia, no para evitar los movimientos, pero sí para predecirlos. Por ejemplo, en Japón, un país de alta actividad sísmica, han desarrollado sistemas, técnicas e instrumentos que permiten determinar cómo se está moviendo una placa tectónica con respecto a otra en el interior de la Tierra y así han implementado alarmas que al activarse le avisan a sus habitantes que probablemente pronto ocurrirá un sismo y que deben desplazarse a zonas más seguras.
En China la tecnología es similar, y combina sensores para conocer el movimiento de montañas, macizos rocosos y quebradas, aunque no se puede saber con mucho tiempo de anticipación lo que se está monitoreando, y por tanto ofrece poco tiempo de reacción.
No obstante, si usted se pregunta por qué no hay uno de esos sistemas en cada montaña del país, precisamente, ahí recae el problema, y es que son muchas montañas por monitorear y muy poco dinero para este tipo de inversiones, que por ahora representan un alto costo.
Si quiere conocer con detalle de qué se trata la tecnología que desarrolló la UPB, lo invitamos a leer el artículo Tecnología para la movilización de masas , publicado en la revista Universitas Científica del Divulgación Científica y Comunicaciones .
Como se ha mostrado hay muchas partes de la naturaleza que pueden ponernos en apuros, pero también es cierto que de nuestra relación con ella y desde las acciones diarias que emprendamos podemos contribuir a la disminución de estos efectos catastróficos como pueden ser los movimientos en masa.
Portada: Imagen de Jorge Guillen en Pixabay
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