Pareciera que aún persisten en el ámbito universitario dos imágenes del escritor académico: la del héroe intelectual que escribe como fruto de una motivación que le viene desde dentro, y la de aquel que dialoga y, a partir de allí, crea de manera comunitaria.
Esta última imagen la explica el profesor de la Universidad de Miami, James E. Porter, como una red de significados, que en la escritura funciona como “un intento de organizar la experiencia lectora, que se nutre también de las experiencias sensibles y sociales, y en conjunto van transformando nuestras visiones de mundo”.
Al decir escritura académica estamos declarando su pertenencia a un ámbito, a una comunidad: la academia. Sobre la comunidad se refirió Aristóteles como la koinonia politikeia (coinonia politiqueia), esto es, la naturaleza política del ser humano que supone la pertenencia a un grupo social y, en este marco, procura la reciprocidad y la armonía entre el bienestar individual y colectivo.
Plantean las profesoras Adriana Chacón-Chacón y Claudia Marcela Chapetón, de la Universidad Pedagógica Nacional, que en el significado de comunidad imperan tres aspectos:
Sin embargo, la noción de comunidad puede verse afectada en los ámbitos universitarios por la tendencia actual a priorizar la producción -casi industrializada- de textos científicos, para alcanzar algún tipo de posicionamiento. En ese sentido, hemos ido despojando a los escritos de una potencia creativa ligada a los vínculos afectivos y efectivos.
Decir escritura académica implica, en todo caso, la pertenencia a una comunidad y, con ello, a un discurso que le es propio. Afirman las docentes Chacón-Chacón y Chapetón que:
La escritura (y la lectura) concebida como discurso implica entender que no es una actividad de apoyo al conocimiento, sino que es la esencia misma del saber.
El sociólogo Pierre Bourdieu advierte que no basta con el dominio discursivo, sino que se requiere ganarse el derecho a hablar. Esta afirmación valida entonces la presencia de las insteracciones y diálogos constantes en escenarios genuinos para alcanzar dicho poder.
Tomado de Giphy
Tanto los conceptos de comunidad, discurso y comunidad discursiva, se amplifican en el concepto de prácticas discursivas que plantea Bourdieu en el texto ¿Qué significa hablar? Economía de los intercambios lingüísticos:
Esta definición deja ver una relación con los eventos discursivos (actividades de comunicación definidas por reglas y normas sociales) y los textos. De acuerdo con Chacón-Chacón y Chapetón, los eventos pueden analizarse en tres niveles de organización social, en los cuales pueden surgir cuestiones de poder e ideología:
Para el caso de la universidad, podría entenderse como la situación particular del aula de clase, las dinámicas institucionales y su relación con las condiciones socioculturales del entorno.
La práctica discursiva explota el sentido de la escritura académica, pues se trasciende la idea de que solo puede existir un tipo: aquella que es objeto de medición o para publicar en revistas indexadas y libros. Desde las prácticas discursivas podemos reivindicar, entonces, el sentido de la pluralidad, de multiplicidad y diversidad al momento de construir un texto.
Nos referimos a una perspectiva que reivindica el hecho de que el conocimiento se construye socialmente mediante el lenguaje, y del comportamiento social que este hace posible. Esto significa que, en el ámbito de la academia, la escritura no es una habilidad que dependa, de manera genial, de un individuo, sino que sucede en el contexto de las interacciones que establecen las personas con otros miembros de la comunidad (expertos, profesores, estudiantes).
En esta relación se dejan ver, entonces, las convenciones de ese grupo, lo cual permite el diálogo y las posibilidades derivadas: contrastar, refutar, comparar, controvertir, complementar, ampliar y sumarse a las voces de quienes comparten intereses de estudio o investigación, o quienes mantienen inquietudes intelectuales similares.
Así las cosas, en el ámbito de la universidad es necesario poner de manifiesto la coexistencia de las múltiples prácticas de comunicación que validan esta comunidad. Significa esto que, de la mano de la escritura académica, tan necesaria para la gestión del conocimiento de acuerdo con los estándares de medición nacional e internacional, coexisten las prácticas que reivindican, por ejemplo, dimensiones de la subjetividad, la oralidad y los otros sistemas simbólicos con los que nos comunicamos.
Debemos procurar por la presencia de nuevos modos de interrogación y de comunicación; espacios alternativos para el diálogo y para el reconocimiento de las tensiones y luchas que se libran en el marco de la academia.
Según el crítico cultural Henry Giroux, el poder se debe concebir como un conjunto de prácticas mediadas por el intercambio discursivo, a partir del cual se crean modos de subjetividad y se definen fuerzas ideológicas.
De esta manera, la relación de poder y discurso dejará de ser vista como el simple eco de la lógica del capital, sino como la diversidad de voces en la que tiene lugar la interacción de formas dominantes y subordinadas. En esencia, es una apuesta por escritos polifónicos donde, como en la música, los silencios y disonancias también generan armonía.
En nuestro canal UPB académico en Youtube podrás encontrar videos sobre redacción y ortografía que serán muy útiles para tu creación en el contexto de la comunidad universitaria.
También puedes visitar el blog Palabras en Orden de la docente de la Facultad de Comunicación Social-Periodismo, Dora Luz Muñoz Rincón, en el que encontrarás tips y recomendaciones para construir textos impecables.
El profesor Juan Fernando García Castro es el editor de la revista Escritos de la Facultad de Filosofía de la Universidad Pontificia Bolivariana. Si quieres conocer más sobre esta publicación, ingresa aquí.
Nota aclaratoria
Este texto compromete la opinión del autor que lo realiza; este no refleja necesariamente la posición del Programa de Divulgación Científica o de la Universidad Pontificia Bolivariana.
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