Agencia de Noticias UPB - Medellín. La filosofía está ligada en su esencia a la reflexión, al mismo hecho de interrogar, a la capacidad de asombro que manifiesta el ser humano como parte de su curiosidad y del esfuerzo que este realiza por comprenderse a sí mismo y al mundo que lo rodea, incluyendo, por supuesto, sus propias creaciones. De allí que ocuparse de la cuestión de la inteligencia artificial no es una tarea que le sea ajena, sino que, por el contrario, habla de la profunda necesidad de comprender los tiempos actuales, los desafíos, los cambios que se presentan más allá de lo técnico.
La docente Campillo explicó que la inteligencia artificial bien entrenada puede llegar a conocer una persona, predecir decisiones, descifrar emociones, y por eso tiene el poder de manipular, al punto de simular que se está frente a un ser humano, por ejemplo, en los engaños profundos o Deepfake que se hacen cada vez más reales con todas las consecuencias que ello trae.
Al igual que la inteligencia artificial soluciona problemas, también plantea escenarios complejos, por lo que sería irresponsable tacharla como buena o mala sin un examen exhaustivo de sus alcances. Hay usos que pueden ser útiles al facilitar tareas que antes tomaban tiempo, por ejemplo, de clasificación y organización de datos, ofrecer recomendaciones personalizadas, automatizar procesos, analizar grandes cantidades de datos, etc. Pero al imitar procesos de inteligencia que hasta el momento eran propios de los humanos las preguntas que se abren son gigantescas.
Según la docente Beatriz Campillo, la inteligencia artificial es capaz de producir obras nuevas siguiendo estilos que se han aprendido, por lo que aparecen preguntas ¿puede una máquina ser considerada una verdadera creadora si sus acciones son el resultado de algoritmos preestablecidos? ¿O es la creatividad algo exclusivamente humano?, lo que hace la máquina no es un copiar y pegar, sino que se habla de aprendizaje, de entrenamiento, entonces ¿se puede darles derechos sobre esas obras?, ¿si se le reconoce el derecho estamos elevando su estatus y acercándolos a la concepción de personas?
En el año 2017 Arabia Saudita dio ciudadanía a Sofia, un robot con inteligencia artificial, y que ya ha tenido algunos intentos de inteligencias artificiales participando en campañas políticas, no como herramienta de campaña, sino como el candidato mismo, aunque no han avanzado mucho, pero ¿podría ser un escenario del futuro? De hecho, ya hay quienes piensan que algunas decisiones en el orden de lo público sería preferible que estuvieran en manos de inteligencias artificiales y no de los humanos.
No obstante, la filosofía lleva a examinar el estatus de la mente y el intelecto humano, es decir, a preguntarse cuál es la diferencia fundamental entre una inteligencia humana y una inteligencia artificial, ¿La capacidad de razonamiento y autoconsciencia es exclusiva de los seres humanos? Al explorar estas preguntas, se pueden cuestionar los límites de lo que se considera como inteligencia y cómo la tecnología está redefiniendo esos límites.
La filosofía es un espacio de reflexión que permite una pausa, ese ejercicio propio del pensamiento humano, de la búsqueda de la sabiduría, que no se contenta con las primeras respuestas, sino que busca someterlas a juicio, indagar en su profundidad, en las relaciones complejas. La ética, como una de sus ramas, se encarga de sopesar sus pro y sus contra; siendo consciente de sus riesgos, intenta plantear posibles soluciones que, ligadas a la reflexión jurídica, nos permitan usar con responsabilidad esta tecnología; comprendiendo que hay aspectos positivos que abre el campo de discusión en torno a la justicia, la accesibilidad y la inclusión digital, ya que se debe buscar que las aplicaciones de inteligencia artificial sean accesibles e inclusivas para todas las comunidades”, concluyó Beatriz Campillo.
Por: Deisy Vanessa Múnera Largo- Beatriz Eugenia Campillo Vélez - Agencia de Noticias UPB
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